Verona, 10 de
octubre de 2012
Queridos hermanos y hermanas de la Familia Calabriana, paz y alegría en la
fe, unidos en la caridad fraterna y confortados por la esperanza.
Les envío mis saludos en este inicio del Año de la Fe. Sabemos muy bien
como don Calabria vibraba y se regocijaba cuando en la Iglesia se tomaban
iniciativas como éstas. El vivía de una manera toda particular estos momentos
de gracia y llamaba a sus hijos e hijas a vivirlos de la misma manera.
El Año de la Fe ha sido proclamado por el Santo Padre Benedicto XVI con una
Carta Apostólica en forma de “motu proprio” porque es una iniciativa suya,
inspirada por el Espíritu Santo en este momento particular para toda la
Iglesia.
En noviembre del año pasado, cuando estuve en Roma, en un breve saludo que
pude hacerle al Papa Benedicto XVI le expresé mi alegría diciéndole que para
nosotros miembros de la Obra de don Calabria el Año de la Fe es muy importante
ya que nuestro carisma es el de “reavivar en el mundo la fe y la confianza en
Dios Padre”. Él, mirándome profundamente, me dijo que les transmitiese que
“tenemos una gran responsabilidad y un carisma muy actual para el mundo de
hoy”.
Tenemos un carisma especial: nuestra misión es reavivar en el mundo la fe.
Este Año de la Fe debe ser profundamente sentido y vivido por nosotros, tanto a
nivel personal, como en cada una de las comunidades de la Familia Calabriana en
las distintas casas de la Obra en el mundo. No podemos dejar pasar de manera indiferente
este don tan grande recibido del Padre. Don Calabria nos lo recuerda muchas
veces en sus escritos: “Queridos
hermanos, les recomiendo la fe, fe, busquemos estar siempre unidos al Señor por
medio de una vida interior cristiana, religiosa en el verdadero sentido de la
palabra; de no tener otro empeño que buscar el Reino de Dios. Dios tiene
grandes designios para la Obra, designios propios para estos tiempos; de manera
especial aquel de reavivar la fe en Él y en su Providencia. Hará milagros, siempre
que nosotros no seamos obstáculos para los mismos”. (Don Calabria, Conf. Esort. * 5625).
Les he pedido a las congregaciones religiosas profundizar
y preparar algunas iniciativas para vivir este Año de la Fe en profunda unidad
con la Iglesia. Tomemos este año como una oportunidad para crecer personalmente
y poder tener una fe profunda que nos ayude a vivir una vida centrada en
Cristo.
Para nosotros miembros de la Obra el Año de la Fe coincide con el Año de la
Reparación propuesto como camino de santidad para cada miembro de la gran
Familia Calabriana. Les hago a todos los que pertenecen de manera diversa a la
Obra un fuerte llamado a vivir una verdadera renovación y una verdadera
conversión. Son muy oportunas, a propósito, las palabras de SS Benedicto XVI en
su carta Apostólica: “La renovación
de la Iglesia pasa también a través del testimonio ofrecido por la vida de los
creyentes… la Iglesia, abrazando en su seno a los pecadores, es a la vez santa
y siempre necesitada de purificación, y busca sin cesar la conversión y la
renovación. La Iglesia continúa su peregrinación …En
esta perspectiva, el Año de la fe
es una invitación a una auténtica y renovada conversión al Señor, único
Salvador del mundo. Dios, en el misterio de su muerte y resurrección, ha
revelado en plenitud el Amor que salva y llama a los hombres a la conversión de
vida mediante la remisión de los pecados…” [1].
Cada
Delegación y cada comunidad religiosa prepare un programa para vivir de manera
adecuada el Año de la Reparación en estrecha unidad con el Año de la Fe
propuesto por la Iglesia, involucrando a los laicos que frecuentan la Obra.
Pienso que, con el aporte propio del carisma
calabriano, podremos unidos en comunión
con la Iglesia caminar en unidad y fe el camino de santidad personal y
comunitaria.
Quisiera que todos tomásemos en
serio el llamado que tantas veces hemos sentido que nos hizo don Calabria de
vivir solo de fe, plenamente abandonados a su Divina Providencia. No podremos
reavivar la fe en el mundo si primero no la reavivamos en nosotros mismos, en
nuestras comunidades mediante una profunda adhesión a Cristo.
Les deseo a todos un buen inicio del Año de la Fe y guardo en mi corazón el
gran deseo de que todos podamos dar nuestro humilde aporte, contando con la
riqueza y la belleza del carisma que hemos recibido y que estamos llamados a
testimoniar cotidianamente con nuestra vida.
Me confío a sus oraciones y los saludo y bendigo de corazón.
Fraternalmente.
Padre Miguel Tófful