11 de octubre de 1962,
apertura del Concilio Vaticano ll.
11 de octubre de 2012 inicio del año de la Fe
Las Hnas. Misioneras de los Pobres celebramos
el 11 de octubre las bodas de Oro de
nuestro nacimiento, como familia Religiosa
(nacidas en Salto, Uruguay)
Queremos
compartir con todos los lectores esta alegría, y pedirles que se unan a
nosotras en la oración para dar gracias al Padre, a María Santísima nuestra
Madre intercesora y a san Juan Calabria
por el don de la vida de nuestra pequeña familia que, sin duda, es obra de Dios
y no de los hombres. Y para que nos ayuden a ser fieles al Señor y a la
vocación en al carisma por el cual nacimos y el Señor espera verlo crecer y dar
los frutos.
50
años atrás Dios Padre, en su
Providencia Divina, quiso hacer germinar
una nueva planta en su jardín, la IGLESIA. Así como un día Jesús, durante su misión
terrena en este mundo, llamó a los Primeros Apóstoles para que lo siguieran y
estuvieran con El, los formó y los envió a vivir, anunciar y testimoniar la
Buena Noticia del Evangelio y de su Reino al mundo entero, así le pareció bien,
por puro Amor y Misericordia que, por el
Espíritu Santo se diera inicio el
nacimiento de las Hnas. Misioneras de
los Pobres en su Iglesia. Ellas tienen la misión concreta de vivir y
testimoniar el amor de Dios Padre Providente
en los lugares más pobres y abandonados donde falta la presencia estable del
Sacerdote.
Cada
carisma surge en la Iglesia para dar respuesta a una necesidad urgente del
Pueblo de Dios. Así nacimos: primero fue una inquietud y un sueño de Monseñor Alfredo Viola tener catequistas Misioneras para
atender la vasta campaña de Salto. Esta
idea empezó a concretizarse con la
llegada de los Pobres Siervos en 1959 y
se fue madurando en las primeras semanas
de misiones por la campaña. En sus giras fueron acompañados por las catequistas
que trabajaban en dichos pueblos. Esta experiencia ayudó a realizar el sueño de
las catequistas que era trabajar en la campaña,
en la que había mucha pobreza espiritual y material.
Así
comenzó la historia de las Misioneras de Los Pobres. Las primeras cinco hnas. fueron
María Neli Beasley, Neli Teresita Mori, Blanca Azucena Bueno, Cándida Oviedo
y María Ardizoni (estas dos últimas ya
fallecidas), que ya venían ejerciendo un trabajo pastoral en la vasta zona de
la campaña de Salto y en sus lugares de origen, enamorándose cada vez mas del
Amor de Dios Padre, de su Hijo Jesucristo y cultivando la devoción a la Virgen
María, conociendo la espiritualidad de San Juan Calabria. Invitadas y acogidas
por la congregación de los Pobres Siervos, y con ardor misionero decidieron
responder dando su Sí al llamado del Señor para consagrar su vida a Dios, al
servicio de su Reino entre los pobres y abandonados.
El
11 de octubre de 1962, día de la apertura del Concilio Vaticano ll, las
primeras 5 hermanas emitieron los primeros votos privados, consagrándose a Dios
como Misioneras de los Pobres, dentro de la Obra de san Juan Calabria, acogidas
dentro de la misma por el Superior General de visita por América Latina en
aquel momento, el Padre Luis Pedrollo, sucesor directo de san Juan Calabria y
su consejo.
Las
Hnas. Misioneras de los Pobres reconocemos agradecidas que nuestra familia
religiosa es un don que Dios hace a su Iglesia. Cuando, en 1960, frente a la
necesidad de catequistas para la campaña de la Diócesis de Salto, los Pobres
Siervos de la Divina Providencia nos propusieron formar un grupo para atender
aquellas necesidades, nos sentimos
llamadas a consagrar nuestra vida al Señor en el mismo Espíritu de la obra de
Don Calabria.
Movidas por el
Espíritu, escuchando la voz de la Iglesia, reflexionando desde la fe sobre las
necesidades materiales y espirituales de la gente de la campaña, asesoradas y
guiadas por los PSDP, con el consentimiento del Obispo de Salto Monseñor
Alfredo Viola, comenzamos la labor con el pueblo y un camino de formación para
nosotras.
El 7 de abril de
1962 fueron a Porto Alegre (Brasil) las 4 uruguayas para una formación más intensa. Y allí se
unió María Ardizoni que estaba en Porto Alegre y en seguida se unieron otras
más.
De este modo las Hnas. Misioneras de los
Pobres, nacidas por la voluntad de Dios, reconocen como fundador al Padre Juan
Calabria sintiéndose parte de su obra.
El 24 de junio de
1964 después del tiempo de su formación, un grupo queda en Brasil, Porto Alegre
y las otras hnas. vuelven a Salto, al lugar de origen.
Se abrió entonces
la casa de Avenida Rodó 705 , actual casa madre de las Misioneras de los
Pobres.
El 11 de noviembre
1963 el superior general Padre Luis Pedrollo anuncia a su Congregación que las
Misioneras de Los Pobres son una rama de la misma obra.
Con el mismo
espíritu, un grupo de jóvenes en Italia se reúnen, también acompañadas por los
Pobres Siervos. Iniciaron así un camino
de formación con el objetivo de consagrarse a Dios como Misioneras de los
Pobres y unirse al grupo de las
Misioneras de los Pobres de América Latina. Hicieron su primera profesión
religiosa como Misioneras el 25 de diciembre de 1968. El paso de unión con las
hermanas de América se dio en el año
1970.
El 12 de setiembre
de 1965 el Obispo de Salto, Marcelo Mendhiarat,
nos rige canónicamente en Pia Unión.
El 21 de julio de
1997 el Obispo de Salto, Daniel Gil Zorrilla, nos rige como comunidad religiosa
y aprobó nuestras constituciones.
Hoy nos sentimos profundamente agradecidas al
Señor, reconociendo que las obras de Dios nacen sin que nos demos cuenta.
Haciendo memoria de
lo que hemos vivido y cómo hemos caminado, hemos de agradecer a Dios Padre que
nos guía con tanto Amor y Misericordia. Hemos encontrado en la familia
calabriana una espiritualidad y un Carisma como propuesta de vida:
“Buscar en primer lugar el Reino de Dios y su justicia”, dando
preferencia a los lugares más pobres y
abandonados, donde falta la presencia permanente del Sacerdote, ejerciendo
nuestra misión, tratando de imitar el ejemplo de Juan Bautista: preparar el
camino de Señor.
Actualmente estamos
presentes en Uruguay (Salto), Brasil (Restinga), Italia (Bolonia) y en Paraguay
(Parroquia Santa Teresa).
Estamos llamadas a
ser Evangelios vivientes con nuestra vida, viviendo una vida de oración, de
entrega, de donación y amor. Para esto necesitamos llenarnos del Espíritu de
Cristo, estar en comunión con el Padre. Así podremos vivir nuestro espíritu
misionero como Jesús nos enseña, con su Palabra y la Eucaristía; vivir según el
espíritu puro y genuino de la obra; hacernos santas y santificar la misión que
el Señor nos confía a cada instante de nuestra vida: ser Evangelios Vivientes
como nos pide con tanto amor y cariño San Juan Calabria
Agradecemos juntos al Señor por el don de la
vida, por su llamado a esta obra en su Iglesia. Contamos con sus oraciones,
gracias.
Los saludo a todos en
Cristo Jesús bajo la intercesión de María santísima y de San Juan Calabria, con
un fraterno abrazo.
Hna. Jandira Balestrin