Conocí al Padre Fermín cuando tenía 12 años (en 1969) y desde aquel tiempo tuve la gracia de contar siempre con sus consejos y la compañía de su oración.
En sus palabras había siempre bondad, comprensión, misericordia, paciencia, profundo amor a Dios que lo trasmitía hasta por sus poros, y cariño de padre.
Su rostro reflejaba la alegría de quien experimenta muy de cerca el amor del Padre y ansias que los que los demás también lleguen a experimentarlo.
A los 19 años ya también sentí el llamado de Dios a consagrar mi vida a El sirviéndolo en mis hermanos, y el Padre Fermín encaminó mis pasos a las Hermanas de la Providencia (de la que desde aquella vez soy parte), pues decía que tenían una espiritualidad muy semejante a la de los
Pobres Siervos de la Divina Providencia (en aquellos años las Pobres
Siervas aún no habían llegado alUruguay).
Luego, como Congregación, en muchas oportunidades pudimos contar con sus sabias conferencias y guía espiritual en los ejercicios espirituales.
Y en todas sus palabras siempre nos trasmitía su pasión por Dios y su pasión por los hombres, en especial por los más pobres y necesitados, así como también su profundo amor a la Iglesia y a la vida consagrada.
Hna. Jacqueline de Lisa Niz
(oriunda de Salto-Uy y desde hace 6 años residente en Bolivia).
PADRE FIRMINO ERA EL HERMANO DE MI MADRE, ADA.
PADRE FIRMINO ERA EL ORGULLO DE LA NUESTRA FAMILIA Y LO QUERÍAMOS MUCHÍSIMO.
AHORA ORAMOS POR ÉL Y AL PADRE FIRMINO LO VEMOS EN EL CIELO.
GIAMPAOLA Y MI MARIDO SERGIO (sobrina del P. Fermín)